Páginas

Izzy Stradlin and the JuJu Hounds



El principio del fin del sueño, de la formación original de Guns n’ Roses no es algo claro. Con las drogas, las giras que nunca se terminan y la bomba de relojería que es Axl Rose y sin un parón para limpiar estómagos y asperezas (qué bien le sentó a Mötley Crüe y qué poco le duró el parche) era inevitable que la cosa se saliese de madre. Por no explayarnos mucho, simplemente decir que la historia es ya conocida por pocos y que está ahí, esperando a ser leída, vista u oída con la voz de Matt Sorum en audiolibro –sólo en nuestras fantasías más húmedas.

La historia de Izzy es diferente. El bueno de Izzy no fue echado de la banda. Purgado. Destilado. Su destino no lo decidió la mano menstrual de Axl Rose, Izzy se cansó y dejó la tripulación cuando las turbulencias no le mareaban sino que le daban náuseas, literalmente. Según él esto empezó cuando dejó las drogas, preguntándose: ¿esto es todo? No le gustaba todo lo que venía con la fama de Guns n’ Roses.

Así que el de Indiana dejó el puesto que más tarde Gilby Clarke ocuparía más que dignamente y se dedicó a su música –y a sus demás pasiones, como el motociclismo- a su manera, con la inestimable ayuda de Rick Richards, excelente guitarra de los Georgia Satellites. Y, hablando de Georgia, los Black Crowes estuvieron rondando al de Lafayette, pero al final fue Marc Ford quien, gracias a los astros, se llevó el puesto. El primer paso fue formar su banda, los Ju Ju Hounds y para 1992 ya tenía el material grabado para su debut, Izzy Stradlin and the Ju Ju Hounds.

Citando a un amigo, a la vez que alguien que sabe más que yo, puedo seguir escribiendo sin vacilar que el disco debut de Izzy Stradlin es el mejor álbum que ha grabado nunca un Rolling Stone, con la peculiaridad  que no lo hizo ningún Stone. Un disco de rock clásico bañado con lo mejor que dejaron los Stones de Mick Taylor –y la carrera en solitario de Ronnie Wood y otros grupos como los Faces- y a su vez muy influenciado por el punk rock y el reggae, ambas pasiones de Izzy, y el rodaje previo de Richards con los Satellites. Somebody Knockin’ abre el disco en la línea de temas como 14 Years o Dust N’ Bones haciendo que esperes lo mejor de este disco, con colaboración de lujo de la mano de (oh, sí, nene) Craig Ross. Le sigue la punk rockera Pressure Drop, original tema reggae de los Maytals, con un final puramente del estilo de la canción de los jamaicanos. Izzy volverá a coquetear con el reggae, no hay de qué alarmarse. Le sigue Time Go By, excelente tema acústico y muy bluesy que recuerda a You Ain’t the First, otro de los temas que firmó Izzy en los Use Your Illusion, con un delicioso trabajo con el slide guitar de parte de Rick Richards.

Shuffle It All es la joya del disco y a mi gusto una de las perlas más brillantes que ha compuesto Izzy durante toda su carrera. Desde el riff de bajo que lleva a la canción a el rock and roll puro que es el tema pasando por el órgano y los licks de guitarra líder recuerda especialmente a los Stones de principios de los 70 o a los mejores momentos de los Faces. A veces Izzy parece que cante cansado, como parte de su personalidad, y en este tema se aprecia muy bien. Dócil y dulce aunque algo raspado. Bucket o’Trouble es otro tema con mucha actitud punk rock, al que sigue Train Tracks, frenético blues rock muy en la estela de los Georgia Satellites o los Black Crowes de aquél fantástico debut que es Shake Your Moneymaker.


La segunda mitad del disco empieza con How Will It Go, otro tema-balada con base acústica y Richards haciendo maravillas para aderezarlo. Cuttin’ the Rug es otro tema muy ‘rockandrolero’ que en cierto modo podría haber quedado muy bien para los UYI, me da la impresión. Le sigue Take a Look at the Guy de, exacto, el viejo Ronnie Wood, quien pone también las voces. Una delicia. El disco termina  con la preciosa canción que es Come On Now Inside. Con coros y todo. Y Nicky Hopkins. Y mandolinas. Lo tiene todo. La cinta termina del todo con Morning Tea, breve instrumental de percusión.

La carrera de Izzy Stradlin será constante durante los años y sin alejarse mucho de la línea del rock and roll de corte clásico vestido un poco con punk rock y otro poco de reggae, pero este disco, entre los gustos del autor como el mejor que haya firmado el inmortal guitarra de los Rouses, ya no se repetiría. 

By Your Side


Parecía que los Cuervos de Georgia se quedaron de algún modo huérfanos después de la marcha de Marc Ford y Johnny Colt. Con Marc se fuegran parte de la magia de su sonido en The Southern Harmony and Musical Companion, Amorica y Three Snakes and One Charm, a los que magia no les faltaba precisamente, y en directo, marcándose unas guitarras sencillamente fantásticas. Con Johnny se marchó el bajista original, un músico mucho más que competente y, por qué no decirlo, un guaperas de cuidado.

Parecía que los reemplazos no estarían a la altura, sobretodo en la guitarra, que Rich debería tomar más responsabilidades a la guitarra solista en estudio y en directo para no perder la frescura y el encanto de Marc Ford, para no quedarse en una simple banda de rock sureño. Parecía que By Your Side sería como mucho un buen disco pero que no tendría el aura de sus tres anteriores trabajos, ni siquiera la frescura de su debut. O al menos es lo que pensé yo antes de escuchar el disco y sabiendo que la formación original estaba coja. Parecía. 

Pero no es así. Estamos hablando de los Black Crowes, ¡carajo! Vamos a dejar de lado esa vieja cascarrabias que es la objetividad -¿quién la necesita? No aquí, al menos- y admitámoslo: los Black Crowes no pueden hacer nada que esté mal. Ni el 'Zepp-esque' Lions, ni un disco de versiones de temas disco, ni siquiera coqueteos con la electrónica, no. ¡Son los Black Crowes! By Your Side es una maravilla del rock and roll, rock and roll de ese bueno, de ese que viene del sur y que tiene ese toque negro que tanto gusta. Mucha frescura, mucho soul, coristas negras -o quizá no, pero que suenan a negro-, vientos, armónica, slide... Rich se desenvuelve a la perfección en labores de guitarra líder, y aunque el paso de Audley Freed por la banda es más bien discreto, es de sobras un guitarrista excelente, como se puede apreciar en los discos de Cry of Love. Sven Pipien es un bajista maravilloso y es el mejor reemplazo posible a Colt. Steve Gorman no necesita defensa, señores del jurado. Y Chris, ah, Chris. Si antes dije que con Marc Ford se fue parte de la magia de los Black Crowes puedo decir sin temor a decir una tontería que Chris, junto con su hermano, son toda la magia que necesita mi mejor grupo de rock de la historia. Con el permiso de Sus Majestades.

La formación también giraría con Jimmy Page, grabando un delicioso directo. Casi nada.

En definitiva, y sin explayarme mucho, By Your Side suena de algún modo a la continuación perdida de Shake Your Money Maker. Toda esa música tradicional del sur que hace el rock and roll, blues, soul, funk... con el toque especial de los Black Crowes. Once canciones que no dejan quieto ni al más pintado, rock directo y, como bien le dijo Chris a Papito Bosé si Three Snakes and One Charm es algo así como una mañana de domingo, By Your Side es el disco de la noche del sábado. Para nada algo que haría una banda coja y cansada. Disfrutadlo tanto como yo lo hago. 

Otis Blue/Otis Redding Sings Soul





La carrera musical de Otis Redding fue, lamentablemente, muy corta. Como ya se sabe se vio interrumpida por su muerte en aquél trágico accidente de avión de 1967. Pese a la ‘brevedad’ de su carrera en solitario, por el ritmo frenético de la industria musical de entonces podemos disfrutar de bastantes discos del que es para mí –y muchos otros- Rey del Soul.

No podría quedarme con un solo disco como el mejor o el favorito, cosa que normalmente sí que hago. La necesidad de catalogar y enlistarlo todo. Por eso que hoy escriba unas palabras sobre Otis Blue: Otis Redding Sings Soul no es nada arbitrario. Podría ser cualquier otro, pero tiene algo de ¿metafísico? Otis Redding Sings Soul. Simple y llanamente, no cabe esperar nada más cuando le das al play a una grabación del Rey. Simplemente Otis cantando Soul.

Como en la mayoría de grabaciones de Otis, al escuchar Otis Blue te da la impresión de estar allí mismo escuchando una simple toma, un ensayo o una actuación en directo. La producción resulta muy orgánica aunque muy, muy limpia. Se puede apreciar a la perfección la voz de Otis sin ningún tipo de aditivo añadido. Todo el soul y el R&B que tenía, pese a no tener formación alguna como cantante, se hacen de notar y dejan huella por encima de los demás instrumentos –una formación básica con guitarra, teclados, base rítmica y vientos.

La mayoría de las canciones del disco son versiones, siendo sólo tres de los once temas escritos por Otis. Se grabaron tres versiones de Sam Cooke –quien había fallecido meses antes-, Change Gonna Come, Shake y una deliciosa rendición de Wonderful World; Rock Me Baby de B.B. King –con un Steve Cropper brillante a la guitarra- Down in the Valley de Solomon Burke, My Girl de Smokey Robinson y You Don’t Miss the Water de William Bell. A ellas se le une la versión la canción que hizo a los Stones dar la vuelta al mundo por primera vez, Satisfaction. Según Keith Richards, los arreglos de viento de la canción sobreponiéndose al riff principal de guitarra eran la idea que se tenía en mente para grabar la canción, pero al final no fue posible. El toque puramente soul que le dan estos arreglos y la interpretación de Otis hacen que sea mi versión preferida de la canción. Aunque, en mi humilde opinión, creo que la falta de esos arreglos en la versión original y el riff con distorsión el cuerpo de la canción son los elementos que hicieron de esta canción una de las principales del Greatest Hits del Olimpo del Rock.

Tres son las canciones escritas por Otis para este LP. Respect, de la que no hace falta decir mucho y que más tarde Aretha Franklin inmortalizaría para los siglos de los siglos, I’ve Been Loving You Too Long, uno de los temas más conocidos del de Georgia y Ole Man Trouble. Ésta última es una de mis preferidas del disco. Un tema más serio y triste, casi un blues si no fuese por la interpretación de Otis. El lick de guitarra me resulta curioso por sonarme siempre algo oscuro. Es un tema que me encanta y me parece muy original.

No estoy muy formado en la escucha del soul pero este disco tiene que ser una de sus obras magnas por fuerza. Un disco perfecto tanto para sentarse y disfrutar un rato como para empezar a rodar escuchando a los grandes de la música negra. 

13



El número 13, a grandes rasgos -y tirando de astrología de manera superficial en Google-, simboliza cambios, transformación, cambiar de un plano a otro. Ya sabemos lo que lleva Tony Iommi a sus espaldas, el puto cáncer, y desde aquí aprovecho para desearle todo lo mejor y una recuperación completa que le permita darnos caña durante muchos más años de los que lleva dándonos este placer.

13 también significa regeneración, y esto es lo que ha experimentado Black Sabbath con este disco. Recuperar –casi, aunque el bateras de Rage Against The Machine cumple con creces- su formación original y crear un disco que nada tiene que envidiar a los grandes clásicos de la banda. Tomando un poco de todo lo que ha sido Black Sabbath durante los años 13 no suena para nada a “más de lo mismo” o a coletazos de una banda que necesita hacer cagar a la gallina de los huevos de oro. No, 13 suena exactamente a eso, a Black Sabbath en 2013.

Sin embargo, como he dicho, este disco se alimenta de la esencia de sobretodo los primeros discos de Black Sabbath. La oscuridad, la tensión, esa atmósfera que se respira en el maligno primer disco de la banda. Los riffs de Tony, pesados y siempre al grano, con Geezer terminando de definir el sonido de los ingleses.

Cuando escuché el adelanto, God Is Dead?, Ozzy me recordó bastante a su carrera en solitario, quizá a sus últimos discos (si no voy mal encaminado) y eso no hizo que mis ganas al disco subiesen. Ya cuando salga y tenga un rato miraré a ver qué tal, pensaba. Y esto fue lo que me hizo disfrutarlo aún más. La primera escucha pasó volando y la disfruté como un niño que recuerda las chucherías de su infancia, en este caso los primeros discos de Black Sabbath.

Highlights:
  •  Zeitgeist, mi favorita del disco. La nieta de Planet Caravan sin sonar a autoplagio. Una balada acústica tan bonita como oscura.
  • Algunos guiños a su carrera, y Ozzy a la harmónica en Damaged Soul, te ponen a pensar en el primero de los de Birmingham.
  •  Riffs, riffs. Es Black Sabbath, coño. ¡Riffs!

Noche en la Tierra



Pues empezamos. Y empezamos sin rodeos. Que siempre intento crear una buena atmósfera y luego por pereza o vergüenza ajena hacia mí mismo -la de tonterías que puedo llegar a soltar...- lo dejo aparcado en el cajón de los "cuando me sienta emocionalmente alineado con los astros", cosa que NUNCA ha pasado en estos tres años. Así que allá va.

Creo que recuerdo bastante bien la noche que vi por primera vez Noche en la Tierra. Bueno, los dos primeros quintos de ella. Sería una noche de viernes cualquiera mientras iba al instituto, y eso quería decir quedarme en casa y trasnochar lo suficiente como para coger al vuelo una película que echaban en la televisión autonómica catalana sobre la una de la noche. Un plan apasionante después de ver Callejeros o algún programa por el estilo. No recuerdo haberla visto empezar en el sentido estricto de la palabra, así que me perdí la introducción con la excelente banda sonora de Tom Waits, aunque por aquél entonces no le conociese.

Seguro que lo que me hizo quedarme fue Winona. Aunque parezca el adolescente John Connor, maldita sea. Me enganchó por completo la primera historia y habría seguido viendo la película después de terminar la segunda historia si no fuese por el sueño que tendría y –me conozco y aunque no lo recuerdo muy bien seguro que fue eso- lo triste que me dejó el final del episodio de Nueva York.

Lo que más me gusta de esta película es que las historias que ocurren bien podrían pasarte a ti. Sencillas, realistas y casi sin importancia ni trascendencia. Un poco lo que me transmitió –siento no tener más referencias- El Guardián entre el centeno, si no voy mal encaminado. Como aquél día que volvía a casa de madrugada en autobús y me puse a hablar con un chaval turco que estaba de mochilero por Europa. Bien podríamos haber ido a tomar un trago después de que él me explicase que había grabado un corto y tenía un pésimo grupo de Black Metal y habría vuelto a casa igual, pero habría significado lo mismo cualquiera de los dos caminos. Supongo que estas historias son las que me echan un mazazo de realidad encima, aunque sea consciente de ello durante todo el tiempo.

¡Qué profundo!

Lo que quiero decir es que Noche en la Tierra no es una de esas películas que te hagan fantasear con ser otra persona. No es como ver una porno, si me entendéis.

Las cinco historias que presenta Jim Jarmusch comparten escenario. Todas ellas transcurren en una carrera de taxi en plena noche. En todas ellas se creará un vínculo entre taxista y cliente más allá del que crea el servicio y el que ellos mismos esperarían. No son historias que nos marcarían a ti y a mí de por vida, pero que recordaríamos con cierta ternura al recordarlas unos años después. Como a Helmut, el taxista de Nueva York. Helmut dejó Alemania Oriental y su trabajo en el circo para trabajar en un taxi que apenas sabe conducir en la Gran Nueva York. Sólo domina el inglés lo mínimo para defenderse, pero nada de eso parece acongojar el corazón de payaso del alemán.

En Los Angeles tenemos Corky, una joven y desaliñada taxista que conduce usando una guía telefónica como alza. Su sueño es ser mecánico y tener muchos hijos, todos chicos. Un sueño sencillo para una chica sencilla que renuncia a la que quizá sea la oportunidad de su vida, ofrecida por una de sus carreras, por no renunciar a su sencillo sueño.

París no me parece la ciudad del amor en el taxi de un Marfileño cuando lleva a una chica poco paciente con la torpeza social y la curiosidad del conductor, que nunca antes había hablado con una mujer ciega.

En Roma Gino (Roberto Benigni) es protagonista de la dosis de humor de la película, que adereza la no menos cómica muerte de un cura durante su carrera.

Y para finalizar, en el frío de Helsinki no encoje el corazón tanto como la historia de Mika y su mujer. La moraleja de este viaje, en contraposición a la jornada de uno de sus clientes, es que no importa lo duros que sean tus problemas, siempre puedes encontrar a alguien más jodido a la vuelta de la esquina. Es un buen mensaje para terminar la cinta, que es larga pero para nada pesada de ver. La recomiendo totalmente.


"But now that I have gone from here there's no place I'd rather be than to float my chances on the tide

Back in the good old world."